En 1912, Julián Ruete fue elegido presidente del club y ante el aumento de aficionados que querían ver jugar al equipo se puso como objetivo construir un nuevo campo. Así, el Valencia proseguía como líder a cuatro puntos de los aviadores, y seis de Barcelona y Sevilla, cuando faltaban seis partidos para el final de Liga. Tras el duro golpe que supuso el descenso a Segunda División, el Athletic de Madrid se puso manos a la obra para regresar a la máxima categoría.