Aquel año fue el Real Madrid quien se proclamó campeón, y los athléticos continuaron con sus clásicos amistosos de temporada, tras marcharse del Campeonato como segundo clasificado, solo un punto por detrás del vencedor. Con el empate, el Atlético superó la eliminatoria, y disputaría la final del torneo contra su eterno rival, el Real Madrid. En cuartos de final se enfrentó a Cerro Porteño, de Paraguay, que venía de una racha de cinco triunfos consecutivos en la copa.